Hubo un tiempo en el que el planeta todavía reservaba algunos lugares en donde el ser humano aún no había podido llegar. Hubo una época en la que exploradores de todo el mundo ponían sus miradas en lugares nunca explorados, profundidades marinas inaccesibles o bosques vírgenes que ocultaban especies de animales todavía desconocidos.
Hans Wildorf, el fundador de Rolex, era una de esas figuras que veía el planeta como un laboratorio abierto, lleno de enigmas y gestas que esperaban a ser realizadas. Por esa razón, desde la década de 1930 estableció una serie de colaboraciones con algunos de los exploradores más destacados del siglo XX.
Comenzaba una época de descubrimientos
Creado originalmente en 1926, el Rolex Oyster fue el primer reloj de pulsera hermético del mundo. Más allá de convertirse en un ícono del estilo, su innovación técnica hizo posible que se convirtiese en una herramienta muy util. Acompañó a muchos aventureros que se enfrentaban a retos en condiciones climatológicas adversas.
Unos años más tarde, en 1931, la compañía introdujo en ese modelo el mecanismo de cuerda automática que le añadió el nombre de “perpetuo”. La expedición británica de 1933, que se propuso alcanzar la cima del Everest, ya estuvo equipada por Rolex, y también por la que finalmente consiguió llegar allá, sir Edmun.
Dentro de la iniciativa Perpetual Planet, Rolex mantiene distintas vías de actuación
Por un lado, ha aumentado su habitual colaboración con la National Geographic Society, destinada a estudiar los impactos del cambio climático.
Por otro lado, se han establecido nuevas alianzas. Un ejemplo es la de Mission Blue, iniciativa creada por la bióloga Sylvia Earle. Ella ha creado una red de áreas marinas protegidas denominadas Hope Spots. También los Premios Rolex a la Iniciativa, creados en 1976, centran gran parte de sus esfuerzos en reconocer y apoyar aquellos proyectos que buscan potenciar el conocimiento y el bienestar humano de Hillary y Tenzing Norgay en 1953.
