Al menos una vez en nuestras vidas todos hemos pensado por qué nos atraen las cosas prohibidas. Desde que nacemos, sabemos que todo lo que se nos prohíbe es mucho más atractivo. En 90% de los casos hacemos exactamente lo que no nos permiten hacer. ¿Pero qué está pasando cuando crecemos y por qué continuamos haciendo lo que no debemos?
Desafortunadamente, cuando somos jóvenes las cosas cambian y las esporas ya no son los dulces excesivos o las salidas en secreto con los amigos, sino que se convierten en obsesiones y pensamientos que pueden hacernos daño.
A menudo nos pueden atraer las personas menos disponibles.
¿Por qué nos atraen las personas que sabemos que nos ponen en peligro y con las cuales las posibilidades de tener una buena relación son mínimas? Aquí hay una psicología más amplia.
La razón por la que nos atrae una persona menos disponible es que ella es más indiferente que una persona que puede tener una relación abierta contigo. La indiferencia siempre te hace más poderoso, curioso y ambicioso para conseguir algo que no puedes tener. Si la persona que te gusta no está disponible, entonces será indiferente contigo. Esto es porque no te necesita o le atrae ese juego prohibido y le gusta ver tu deseo hacia él o ella.
El cerebro humano es muy complejo y muchos todavía están tratando de explicar por qué se sienten atraídos por lo que no pueden tener o de aquellos que les tratan con indiferencia.
La verdad es que cuando alguien te ofrece mucho y no te deja luchar por él, tu deseo disminuye automáticamente y te sientes aburrido, pero cuando tienes todo sin hacer nada, empiezas a querer luchar por aquello. Siempre las personas están buscando cosas nuevas con las cuales están emocionalmente conectadas y que dan dependencia y un sentido a sus vidas.
Por desgracia, no podemos cambiar nada del placer macabro de la gente que se siente atraída por la indiferencia y por las cosas que le hacen daño. Pero podemos tratar de intentar dominar y pensar dos veces antes de tomar una decisión.
¿La persona que a mi me gusta hará lo mismo por mí? Si él o ella me gusta, ¿podría tratarme con tanta indiferencia?
Los placeres pecaminosos y prohibidos son como el pan envenenado; tal vez satisfacen tu apetito por el momento, pero finalmente ellos son tu muerte.– Tryon Edwards
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