En los últimos 20 años se ha producido una gran disminución en el número de las abejas. ¿Cuál es la causa de este fenómeno? ¿Por qué desaparecen las abejas?
Se creía antes que la agricultura intensiva y el uso masivo de pesticidas eran los principales culpables. Pero las nuevas prácticas entre los apicultores parecen ser un factor contribuyente.
En la década de 1990, los apicultores comenzaron a sospechar sobre una nueva clase de insecticida neonicotinoide para cultivos. Estas sustancias se desarrollaron en la década de 1980 y son agentes neurotóxicos efectivos. Actúan directamente sobre el sistema nervioso central de las plagas de los cultivos. “A diferencia de la generación anterior de pesticidas, los neonicotinoides no solo se propagan en plantas reales, sino que también se pueden recubrir directamente con semillas”, explicó Axel de Couti, ecotoxicólogo del Instituto Francés de Apicultura. “Son insecticidas sistemáticos y pueden ingresar a todos los tejidos de la planta, incluiendo el polen y el néctar”.
Fue demostrado que altas dosis de fármacos neonicotinoides pueden matarlas. Al mismo tiempo, las dosis más bajas, pueden afectar la capacidad cognitiva de las abejas. Esto les impide encontrar un camino de regreso a la colmena.
En 2013, una moratoria europea suspendió el uso de neonicotinoides en cuatro de los cultivos polinizados por las abejas: colza, girasol, maíz y algodón.
Otros granos, especialmente el trigo, solo pueden ser polinizados por el viento. Sin embargo, estas prohibiciones selectivas, actualmente aplicadas solo en Europa, pueden no ser suficientes para evitar la disminución del número de colonias de abejas.
En 2012, un estudio realizado en el campo en el área de observación de Chizé, descubrió que el néctar de colza contenía trazas de imidacloprid, un neonicotinoide comúnmente utilizado en el trigo. ¡En realidad, proviene de los granos cultivados allí hace unos años! Estos potentes pesticidas tienen una fuerte afinidad por el agua y se caracterizan por su presencia a largo plazo en el medio ambiente.
En julio de 2016, en el marco de la ley de biodiversidad, el Parlamento francés votó una prohibición total de los neonicotinoides en Francia a partir de 2018.
Una explicación final para la mayor fragilidad de las colonias es la importación masiva de reinas de otras subespecies.
Desde 1995, los apicultores franceses se volcaron masivamente a países como Italia y Grecia, donde las “fábricas reales” producen hasta 100,000 individuos al año. Sin embargo, el problema es que, además de transportar patógenos desconocidos para las abejas negras, estas reinas están mal adaptadas a los ecosistemas en Francia. Estas reinas se acostaron en enero y febrero, en un momento en el que no hay fuentes de alimentos disponibles en nuestras latitudes del norte.
Y el colapso de las poblaciones de abejas, tanto domésticas como salvajes, tienen consecuencias de largo alcance.
Al polinizar las plantas con flores, las abejas forrajeras aseguran la reproducción de muchas especies de plantas. No menos de un tercio de los cultivos alimentarios del mundo dependen de dicha polinización, sin la cual no habría tomates, calabacines, fresas o manzanas, por ejemplo. El valor total del servicio ambiental prestado por las abejas es de 153 mil millones de euros en todo el mundo, estima el Instituto de Investigación Agronómica de Francia.
Algunos países han comenzado a tomar medidas para rescatar a las abejas. Descubre más aquí.