“Es la venganza de los que han perdido”, frase con la cual Rusia castiga a Jersón tras la liberación!
Moscú utiliza las “bombas de flechas” contra los civiles, mientras miles de personas huyen ante la intensificación de los ataques. Vladimir Gulnevich habría cumplido 30 años el próximo día 18. La invasión rusa truncó su vida. Su cadáver quedó entremezclado con los despojos de más de media docena de compañeros abatidos ese 1 de marzo. Los tuvieron que recoger, pedazo a pedazo, en bolsas de plástico. “Quedaron mutilados, rotos en trozos. Se enfrentaron con AK-47 y cócteles molotov a las ametralladoras pesadas y los cañones de los vehículos blindados. No llevaban ni uniformes. No tenían ninguna oportunidad”, recuerda Pavlo, responsable del cementerio adyacente al escenario de una batalla, la del Parque Lilac, que ya ha pasado a formar parte del imaginario colectivo de Jersón.
La tumba del joven se alinea en un páramo situado a las afueras. Los 26 túmulos están adornados con coronas de flores y bandanas con versículos de la Biblia. A pocos kilómetros, justo en el mismo lugar donde se libró la brutal refriega, los habitantes de Jersón han acondicionado uno de los árboles que quedó marcado por la metralla como un pequeño monumento en recuerdo de los caídos. Lo han adornado con dos coronas de flores, un icono con la imagen de la Virgen María, una bandera ucraniana y un cartel donde se lee: “Fueron al cielo”.
Los combatientes del Parque Lila pertenecían a las agrupaciones de voluntarios que se integraron en las fuerzas armadas ucranianas al inicio de la evasión. Cuando más de 35.000 soldados rusos avanzaron desde Crimea y se detuvieron a las puertas de Jersón, Vladimir y un puñado de recalcitrantes -el ejército ucraniano ya se había replegado a la cercana Mykolaiv- decidieron protagonizar una defensa suicida contra las columnas de invasores.
Olga Ilanchenko se detiene al pasar por las inmediaciones. A la ucraniana se le saltan las lágrimas al recordar aquel suceso. “Fue heroico pero inútil”, opina. “Nos encontramos con un cuerpo sin cabeza. Los rusos dejaron los cadáveres tirados durante 48 horas como aviso para los que intentaran resistirse”, agrega. La gesta del Parque Lila se ha incorporado a la reciente historia de Jersón como otro ejemplo de la capacidad de resistencia de una ciudad que permaneció durante 9 meses bajo la ocupación rusa y que ahora se enfrenta a una oleada de bombardeos que el presidente ucraniano Volodimir Zelenski definió como pura “venganza”. “Es la venganza de los que han perdido. No saben luchar. Lo único que pueden hacer es aterrorizar”, manifestó el mandatario el pasado día 24.
Los repetidos ataques contra la villa sureña se han cobrado ya la vida de al menos 32 personas y ha dejado decenas de heridos, según cifras del jefe nacional de Policía, Ihor Klymenko. La euforia que dominaba la villa durante las primeras jornadas tras el repliegue de los militares enemigos ha comenzado a ser superada por la ansiedad y la preocupación que desatan los repetidos bombardeos, que comenzaron a las 72 horas de la retirada de los uniformados de Moscú.
“La fiesta sólo duró 3 días”, admite el doctor Leonid Remiga, responsable del hospital de
Tropinka. El médico es otro personaje que se ha incorporado al largo historial del aguante de
una villa donde se multiplicaron las manifestaciones anti rusas tras la ocupación.
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