El límite impuesto por la Unión Europea está, en realidad, entre ocho y doce dólares por debajo del precio al que Rusia vende su oro negro. 49 años y tres meses han pasado desde que Nixon dijo esta frase y estoy seguro que mas de uno de ustedes la entienden a la perfección ahora.: “Petróleo sin un mercado, como aprendió el señor Mossadegh hace muchos, muchos años, no le sirve de mucho a un país”. El señor Mossadegh era Mohamed Mossadegh, el primer ministro iraní que en 1951 había nacionalizado la Anglo-Persian Oil Company, la petrolera de capital británico que dominaba el bombeo, refino y exportación de petróleo en ese país. La reacción de Gran Bretaña y Estados Unidos fue implacable: un bloqueo económico que hundió la producción de petróleo de Irán en un 96%. Pero Mossadegh no se fue hasta que la CIA organizó un golpe de Estado en 1953.
Nadie espera que Rusia se vaya a ir de Ucrania por las medidas adoptadas el viernes por la Unión Europea -que serán seguidas por Canadá, Japón, Gran Bretaña y EEUU- y que empiezan a entrar hoy en vigor contra el petróleo ruso. La decisión de no pagar más de 60 dólares por barril de crudo que llegue en petroleros de ese país es básicamente irrelevante, porque esos 31 países ya han dejado prácticamente de comprar petróleo transportado en barcos a Rusia. De hecho, en la semana que finalizó el 2 de diciembre, la UE solo importó 340.000 barriles diarios de crudo Ural ruso que, además, fue en su mayor parte a Bulgaria, que está excluida de las medidas que entran en vigor hoy.
Lo verdaderamente relevante es que la UE – y, a partir de hoy, todo el G-7 – van a prohibir a las empresas occidentales que participen en la venta de petróleo de Rusia a menos de 60 dólares a ningún país del mundo. Las navieras dueñas de los petroleros que transportan el crudo ruso son en su inmensa mayoría occidentales, como también lo son las aseguradoras, compañías intermediarias y, en general, todas las firmas que proveen algún tipo de servicio en las transacciones. Ahí está el potencial golpe de la medida. Rusia y sus clientes pueden tratar de evadir esas empresas, y probablemente lo conseguirán, pero eso, a su vez, aumentará los costes de las transacciones.
Pero es un golpe solo potencial. Porque Rusia está vendiendo su crudo por debajo de los 60 dólares. La semana pasada, el crudo de los Urales, que es el de referencia en Rusia, estaba siendo colocado en el mercado a entre 48 y 52 dólares el barril, según datos de, respectivamente, Refinitiv y Argus Media, pese a que el Brent, que es el tipo de petróleo dominante en el mercado mundial, se estaba vendiendo a 85 dólares. Ésa es la gran paradoja de la medida aprobada por la UE y que ahora será seguida por todo el G-7: el nuevo tope en el precio del petróleo está entre ocho y doce dólares por debajo del precio al que Rusia está vendiendo su petróleo.
La economía mundial se está frenando y el precio del barril llevaba cayendo desde junio, así que el régimen de Vladimir Putin va a tener que mantener, o incluso aumentar, los descuentos. Encima, el cártel de los productores, la OPEP+, decidió ayer mantener por el momento las actuales cuotas de producción de sus países miembros, lo que podría significar un crudo más barato en las próximas semanas, lo que a su vez podría forzar a Moscú a llevar a cabo más descuentos. Y, finalmente, está el hecho de que Rusia necesita tecnología extranjera para mantener su producción de crudo, y las petroleras occidentales (aunque no así las japonesas) se han ido del país tras la invasión de Ucrania.
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