Vivimos en un tiempo en que las redes sociales, Facebook y Instagram, la vida virtual, los likes y los seguidores son más importantes que la misma vida real. Creo que es importante que hablemos un poco de la salud mental y principalmente de su mayor importancia en estos días.
Cuando estaba pequeña, la salud mental fue como un cuento de hadas para mi. Nadie de mi alrededor hablaba mucho sobre la depresión, o la ansiedad, o la tristeza. Me sentía tan feliz que no preste atención casi nunca a este tipo de cosas.
No me malinterpreten. Soy adicta al Facebook.
Pero no soy ni una psicóloga, ni una instructora de la vida o algo parecido. Creo que en estos días somos demasiado metidos en la tecnología, somos demasiado concertados en como nos vemos en Facebook, somos envidiosas si una chica pública una foto de ella en donde tiene una sonrisa demasiado grande. Inmediatamente pensamos que seguro su vida es definitivamente mas feliz que la nuestra. Pensamos como: “si, seguro que esta chica tiene una vida perfecta” y hablo de esto por mi propia experiencia. La verdad es que no es así, es exactamente lo opuesto.
Una fotografía no capta toda la vida de una persona, capta solo un momento.
Puede que se trate de un momento en que ella fue feliz, pero sigue siendo un solo momento de su vida. El mundo de hoy tiene un gran problema, o quizás lo tiene desde mucho tiempo atrás, no lo sé. El gran problema que tenemos nosotros hoy en día es que ya no somos felices con lo que tenemos, ni con la riqueza, ni con la pobreza.
Los pobres quieren convertirse ricos de la noche a la mañana y después, cuando un día finalmente tienen todo lo que desean, quieren más y más y más.
Pasamos demasiado tiempo atraídos por la pantalla brillante de nuestro teléfono en lugar de mirar el cielo, el sol, las nubes o de tomarnos un segundo para sentir el viento en nuestra cara. Sé que todos creemos que la lluvia es mala, o fea, pero alguna vez te has tomado un segundo, o más bien un minuto, para sentirla en la piel sin pensar?
Nos encontramos físicamente con amigos en la calle. Pero, en lugar de hablar con ellos estamos pensando algo como: “¿cuántos likes recibí en la fotografía que subí hace una hora en Instagram?”
Seguro que ya sabías que las personas con ansiedad piensan demasiado en el futuro, uno catastrófico, o más bien decir, piensan en un futuro apocalíptico. Podemos también decir que las personas con depresión piensan en el futuro.
¡Tenemos que vivir el presente, amigos! ¡Tenemos que aprender a amar lo que tenemos!
Me parece demasiado triste que hoy en día los ninos de ocho o nueve años tienen Facebook en lugar de jugar con el agua por ejemplo. Me parece demasiado triste que los niños hoy en día juegan demasiados vídeo juegos en lugar de jugar con una pelota, o con un amiguito.
De nuevo me repito, no me malinterpreten, pero mi intención no es de dar consejos a nadie. Aún así, no creo que los niños deberían tener Facebook, si no han cumplido por lo menos la edad de trece años.
Creo que nuestra lema debería ser: “Elijo ser feliz con lo poco que tengo y vivir el presente.”
Y sí, tenemos que vivir nuestra vida un poquito alejados de la pantalla para vivir más en la vida real, alrededor de los árboles verdes brillantes y del cielo azul, rodeados de los sonidos de la sonrisas de los que amamos o de las canciones de los pájaros.
Sinceramente, me gustaría mucho ver una aula, en las escuelas primarias o secundarias, en donde se habla sobre la salud mental. Tenemos que aprender vivir con nosotros mismos, tenemos que aprender a enfrentar nuestras tristezas, nuestras lágrimas. En mi opinión, la enfermedad de la joven generación es la obsesión por la tecnología.
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