Celebridades como Gustave Eiffel, Alejandro Dumas y otros de la Belle Epoque son los que pasaron por Arcachón. La localidad balnearia de la costa atlántica francesa está ubicada en el corazón de las Landas de Gascuña, a unos 65 kilómetros de Burdeos.
Dada la tranquilidad de sus playas, Arcachón es un destino para familias.
En los pueblos vecinos de Cap Ferret, a los que se puede llegar fácilmente en ferri, Arcachón sigue veraneando la élite del país.
El inmenso mar de pinos que rodea Arcachón tiene su origen a finales del siglo XVIII, cuando se impulsó una plantación intensiva para contener la erosión del litoral. Hoy, la gran duna de Pilat —a 10 kilómetros del puerto— sigue moviendo sus 60 millones de metros cúbicos de arena hacia el interior. Una gasolinera, asediada por el polvo, ha tenido que cerrar hace poco. Este extraño paisaje natural, uno de los más visitados de Francia, parece recortado del Sáhara y pegado en el centro de Europa y, igual que en el desierto, cobra una especial belleza al anochecer.
Sin embargo, el motivo por el cual muchos han oído hablar de Arcachón, no se refiere ni a las personas ilustres que pasaron por allí durante largas temporadas, ni al paisaje singular de su bahía. Su mera mención evoca inmediatamente a los más gourmets el sabor de ostras, que desde la época de Napoleón III se cultivaron en los pantanos cercanos, uno de los mayores viveros de moluscos del mundo.
El enclave más conocido con respecto a la isla de los Pájaros se debe a su nombre, que es relacionado con la llegada periódica de miles de aves limícolas, algunas de ellas procedentes del Ártico. Para quien prefiere dejarse llevar por la fantasía está Le Sherazade (calle Maréchal de Lattre de Tassigny, 43 bis), un marroquí muy casero a los pies de los jardines del Casino Morisco.
